Nacer en el exilio (Maria freixas i alió)


El luchador antifascista italiano Massimo Carlotto (1) se definía a sí mismo como un clandestino al azar cuando se pasó la vida huyendo de la justicia italiana por haber formado parte de la organización revolucionaria Lotta Continua. Él lo dice, que por mucho que no estuviera entre rejas, seguía oprimido y la clandestinidad devenía como el blues, en un estado del alma. Y la respiración, como dice el palestino Muaz. El alma y la respiración. Veo como sostiene el aire. Respira y las palabras le dan paso al peso del aire, se siente el momento: se respira el exilio forzado, el éxodo permanente, el vínculo entre el refugiado palestino y su patria. La ocupación israelí está incrustada en cada alma palestina.

Con Muaz delante, viajo en el tiempo y aterrizo en Palestina, sin darme cuenta. Estamos sentados tomando café negro en cualquier terraza de Jerusalén. Donde la historia está escrita en cada una de las piedras que conforman la ciudad de las murallas sagradas. A nuestro lado, nos susurra el bullicio de la gente en el mercado, donde el apartheid desaparece entre especias y aceitunas. Me detengo y me volteo a toque de cornetas insistentes que provienen de la calle para recordarnos dónde estamos y sabernos en el epicentro caraqueño. Muaz es palestino no sólo porque fuma y bebe café sin azúcar. Él es palestino aunque Israel hace tres generaciones le arrebató su casa y su tierra entera.

Muaz Jamal Musa tiene 28 años, todavía no ha tocado Palestina con sus manos pero si en algún lugar está la lucha de su pueblo es en sus ojos. En los suyos y en los de millones de refugiados que escaparon de las garras sionistas, de los que han nacido y nacen aún al día de hoy en alguno de los 58 campos del exilio.

El campo de la lucha

Según datos de la UNRWA (2) los refugiados palestinos son el grupo de población que durante más tiempo ha estado y permanece en el exilio. Aproximadamente una tercera parte de los refugiados del mundo son palestinos. Son 5,1 millones de personas, de las cuales 1,4 millones viven hoy en los campos de refugiados existentes.

Con voz áspera de saberse con la razón de la historia, Muaz me cuenta que en el año 636 los árabes ganaron la batalla de Al Yarmouk en Palestina, tan importante fue la victoria que marcó el paso de la historia y en homenaje nombraron el campo. Ese campo de batalla, de los mártires, da nombre al terreno para el exilio de palestinos en Siria más grande del mundo: Hasta 160.000 personas ha llegado a albergar en un misérrimo espacio configurando un mapa de vida cotidiano en poco más de un kilómetro cuadrado.

A causa de la situación de emergencia en Siria, hoy menos de 20.000 personas resisten en Al-Yarmouk y su aspecto, ironías de la historia, ahora se asimila más a un campo de concentración. Aproximadamente la mitad de los palestinos que se exiliaron en Siria están huyendo nuevamente; “seguro que si nos fuéramos a la luna, vendrían hasta allí para seguir atacándonos”, afirma Muaz.

La historia necesaria

A la familia de Musa la proximidad los llevó a refugiarse en Siria y la suerte los compensó con muchos derechos que otros refugiados no tuvieron en otros países limítrofes con Palestina. Pero la suerte para un palestino no es algo que perdure demasiado.

Cuando aún vivía, su abuela Sabha abrazaba todos sus nietos en los atardeceres, en una silla en la calle, enfrente la casa de su exilio, que empezó con una carpa hasta que la provisionalidad se convirtió en la permanencia del concreto, el asfalto y el paso de decenas de años. Ella, la matriarca, primero campesina, después tuvo la misión de contar una y otra vez el relato de su vida y el de Palestina entera.

La memoria histórica en el caso palestino, nunca queda lejos, para los refugiados su historia es el presente. Aunque hayan pasado 66 años su tía Nayfa le habla del pueblo natal, Tiberias, como si ayer mismo acabara de salir de allí.

Mussa me cuenta que antes del año 1948, mucho antes, ya existían las colonias sionistas. Les insistieron repetidamente para vender su casa ancestral, ellos nunca cedieron incluso ante las amenazas de colonización que se iban permeabilizando fuertemente con el aumento de la población sionista, la cooperación y complicidad de las políticas británicas.

Desde que el movimiento sionista articuló su proyecto colonial, tras la celebración de su primer congreso en Basilea, Suiza, en 1897, los judíos sionistas iban llegando a tierras palestinas en forma de olas migratorias, propiciando un entorno hostil in-crescendo para la población autóctona. Presionar, coaccionar, amenazar, eran los verbos conocidos. Pero no pudieron hacer nada cuando llegó el fatídico mayo del 1948, cuando las tropas sionistas empezaron su croada genocida, asesinando a los palestinos que no abandonaban sus casas. Su abuela pensó que la huida sería corta y que el regreso a su casa sería en breve. La noticia de las masacres en otros pueblos llegó en forma de realidad en el mismo Tiberias, y la familia Musa empezó el exilio sin saberlo. El dolor se agudiza al recordar sus dos hijos muertos en el desplazamiento. Enfermedad, hambre y frío. Miles de palestinos tuvieron que permanecer durante meses esperando a merced de las fronteras, confiando en la actuación de las Naciones Unidas, así fue como nació la UNRWA. Empieza la Ayuda humanitaria y con ella los campos de refugiados.

Un pedazo de palestina

Muaz recuerda su niñez en azul, porque todo lo que le rodeaba era de ese color. La escuela, el médico, el centro de trámites. El color de las Naciones Unidas, el carácter simbólico de recordar el azul como un abrigo, de quien te apacigua un poco tus carencias y necesidades vitales. Nacer y crecer en un campo de refugiados, donde una cuadra es el reflejo del desastre y la resistencia no es nada fácil. Los miles de niños y niñas que lo habitan se desarrollan privados de una infancia normalizada, la niñez es un bombardeo azul de piedras, sufrimiento, afiches de mártires en lugar de comiquitas, son el aviso de que hay que madurar rápido. Doble turno en las escuelas para poder abastecer pedagógicamente a toda la población infantil y juvenil.

Tomó conciencia del significado real de ser palestino a principios de los años 90. La Guerra del Golfo, la expulsión de alrededor de 350.000 palestinos de Kuwait. La certeza de una debilidad en la unión de los pueblos árabes entorno a Palestina. Y, con la frustración durante los acuerdos de Oslo, le llegó la convicción. Una OLP (3) debilitada conllevó claridad al pueblo palestino exiliado: Un carnet de residencia temporal, el documento perpetuo de los refugiados, en un bolsillo. En el otro, el puño comprometido con la lucha.                                                                                  

Con la segunda intifada, en el año 2000 creció políticamente y se reproduce en la militancia activa a la orden del Frente Democrático para la Liberación de Palestina.

Muaz se emociona cuando me detalla el día en que llegaron unos activistas heridos provenientes de los territorios ocupados. Luchadores de primera línea. Desde los ojos de un adolescente saludarlos fue como tomarse un coctel vitamínico revolucionario. Y sus manos, que no tocaron el agua por una semana, empezaron a dibujar una implicación política absoluta.

Un campo de refugiados es una parte de Palestina y cada palestino se lleva consigo su patria allá donde el exilio lo empuje. Todos los sentimientos que envuelven los años y el camino son inseparables del exilio; el andar, el juego, la inocencia, la escuela, el primer beso, la primera manifestación, la universidad, leer, mirar, querer, amar… todo, desde el primer llanto sostiene la huella del exilio.

Para este palestino de 28 años de edad, el exilio no termina pero la perseverancia y la lucha internacionalista le llevaron a pisar Cuba gracias a una beca para poder seguir estudiando con calidad y también con ternura, de sentir el apoyo en la isla. Actualmente está desempeñando funciones como responsable de las relaciones políticas del Frente Democrático para la Liberación de Palestina en Venezuela, país que también le tendió la mano.

Muaz Jamal Mussa es la imagen más real de la Palestina que nunca desaparecerá. Mientras se mantiene intacto el silencio, inamovible la no movilización de los organismos internacionales. Quien no pone freno, evidencia la complicidad, la afirmación y seguramente la participación. El ejército de los débiles pero, no sólo lo configuran los palestinos, también somos todos nosotros, las personas, que somos millones, estamos con Palestina. Como decía el israelí Sergio Yahni, judío y cofundador del AIC, (4) ser solidario con palestina no es sólo una cuestión de buena fe sino una posición hacia el planeta entero, de qué mundo queremos construir. Apuntamos alto y claro: uno justo para las generaciones futuras. Muaz lo tiene claro, el reto está en los jóvenes. Agrego: y en nosotros. Nos alistamos junto a la milicia de los nietos y las nietas de la Nakba. 

Notas:

1) Il Fuggiasco, 1995, Italia

2) La Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Próximo, nace bajo el mandato de la Asamblea General de Naciones Unidas en 1949 con el objetivo de brindar apoyo de emergencia e iniciar programas de asistencia social a la población palestina refugiada. El 1 de mayo de 1950 la Agencia comienza sus operaciones. http://www.unrwa.es/

3) Organización para la Liberación de Palestina

4) Centro de Información Alternativa: organización Palestina-israelí

 

Fuente:@MariamAlio, Militante internacionalista